Mujeres que pagan por sexo
En “Perdidos en la noche” (Midnight Cowboy, 1969) un joven John Voight llega a Nueva York con la idea de convertirse en gigoló y vender sus servicios a mujeres ricas. Pero no lo logra; no porque no existan mujeres capaces de pagar por sexo: es demasiado inocente, tosco, y no responde a la premisa “haz el bien sin mirar a quién”.
Las mujeres que optan por contratar escorts o servicio de acompañantes ya no son las ricas o las excéntricas como aparecen en las películas, sino que hay quienes se exponen a cruzar esta barrera, cargadas con deseo, mucha osadía y algo de dinero. Suelen cobrar entre 300 y 500 pesos, excepto los VIP que son más caros y se prestan para acompañarlas en viajes o eventos.
Del striptease a la cama
En nuestro país la modalidad llegó de la mano de la exposición del cuerpo masculino en reuniones o fiestas solo para damas. La figura del stripper varón abre el imaginario femenino a la posibilidad de “tener” un cuerpo musculoso, seductor y bien dotado, con solo preguntar: “¿cuánto cobrás?”
Está de más aclarar que el stripper hace un show de desnudo y no necesariamente vende servicios sexuales, aunque un porcentaje de ellos prolonga su trabajo fuera de los escenarios. En algunos casos, después de haber pasado por novios o maridos aburridos o con parejas abiertas o “camas de tres”, hay mujeres que se atreven a ir un poco más allá y contratan solas los servicios de un acompañante. Internet ha facilitado el encuentro entre la oferta y la demanda.
Pocas mujeres se animan a confiar a sus amigas las ganas o lo vivido con un taxi boy, por lo tanto son raras las confidencias y las recomendaciones. Si tienen amigos gays es posible que ellos sean los únicos en enterarse; con ellos suelen dejar de lado sus pudores y el supuesto de que serán criticadas o “mal vistas” por sus pares.
Las diferencias de género aún están vigentes. Un hombre, no importa el deseo sexual, tiene el “permiso social” para hacerlo; las mujeres, no. Hasta el divertimento todo bien, pero pasar a la cama es cosa de “rápidas”, excepto que la riqueza o la excentricidad las califique de esnob.
Las diferencias del sexo
Las mujeres que superan los primeros miedos o pudores se animan a repetir la experiencia, muchas veces con el mismo joven, excepto que éste no haya logrado satisfacerlas.
Ellas no buscan la virilidad en exceso (varones activos, musculosos y con grandes medidas genitales). Quieren en su cama al guerrero y al príncipe, combinación justa de fuerza, sensualidad y romanticismo.
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Cómo evitar riesgos:
* Conviene tener alguna referencia de a quién se contrata. Es una regla para todos, no importa el sexo.
* Una página segura de Internet es más confiable que los servicios callejeros.
* Un hotel protege más que un departamento.
* Confiar a alguien la salida puede dar más tranquilidad que guardar el secreto.
En fin, recaudos que debemos tomar cuando salimos con desconocidos.
Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
¿Pagarías por tener sexo? Si ya lo hiciste, ¿cómo fue la experiencia?