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Lo que ellas nunca dicen sobre el sexo anal

¿Que si a las mujeres nos gusta el sexo anal? Bueno, hay dos mil tabúes alrededor de éste, y al inicio hay temor, duda; más tarde viene el dolor; pero después es el placer más intenso que mujer alguna haya experimentado. Luego sucede como en el vaginal: uno va buscando sus propias formas para llegar al placer a través de esta práctica, con diversas posiciones, diversos juegos y maneras distintas de complacerse y complacer al otro. Y la respuesta es sí, pero depende cómo y con quién.

A mí en lo personal me fascina, me hace sentir salvaje y despierta en mí un lado verdaderamente kinky que en el coito tradicional ni siquiera asoma. Creo que pasa igual con todas las mujeres a las que nos gusta. Somos en cierta manera un poco más libres sexualmente hablando.

Despierta cierta contradicción femenina entre el sometimiento, la fragilidad, pero también el lado salvaje inherente a toda mujer. Claro, como todas mis congéneres que pueden identificarse en este espacio, he tenido experiencias desastrosas, pero también otras dignas de un premio a la mejor entrada por la puerta de atrás.

Yo puedo decir que uno de mis orgasmos más intensos, lo he tenido a través del sexo anal, montada sobre el mientras mi clítoris rozaba su pubis y él tocaba a mi vagina.

Esto no significa que aquellas mujeres que no lo tengan, no lo hayan tenido o no lo piensen tener nunca, no sean dueñas de una vida sexual placentera y feliz. Y son muy respetables las razones de cada uno y una para hacerlo o no. Pero cruzar esa barrera sicológica y física que va del sexo vaginal al anal (con apenas una delgada membrana de diferencia), es ya un gran salto en la vida sexual de una pareja.

Conforme más se lleva a la cama el sexo anal o griego (tengo que visitar Grecia un día de estos para comprobar el por qué de la fama), lo \”sucio\” de esta práctica tan vilipendiada va desapareciendo. Y a los hombres les encanta, claro está. Ni para qué dudarlo, sólo basta que lo prueben una vez para no quitarlo de su cabeza jamás. Ya se sabe que el esfínter estrecho y las cerraduras pequeñas son las predilectas de los varones. A ellos les encantará que a su chica le guste experimentar con estas diferentes formas de placer. Pero hay que hacerlo siempre porque se quiere y nunca por obligación.

Blanca, mi amiga cuya vida sexual es todo menos nívea, es una gran adicta a éste. Y me ha confesado que hoy prefiere el sexo anal al vaginal (cuando de tener sensaciones intensas se trata), y que sólo le gusta éste último para proveerse de un orgasmo más bien clitoridiano y para lubricarse un poco. Pero lo suyo, lo suyo, lo suyo… Su ciudad favorita es, definitivamente, Detroit.

Si de intensidad y wild sex se trata, ella siempre preferirá el sexo griego. En cambio, tengo otras amigas (la mayoría) que ni por error lo harían o han tenido experiencias realmente traumáticas con éste.

Una tuvo que ir al terapeuta para quitar de su memoria el recuerdo de la única vez que sucedió. Miles de pesos le costó olvidar el numerito hasta que por lo ardiente de sus pláticas para el encargado de su salud mental, me imagino yo, terminó teniendo una relación amorosa y totalmente antiética con él. Tal vez él, tan acomedido, quiso quitarle el mal sabor de boca a la pobre de Constanza. Pero bueno, ésa es otra historia.

Recientemente me enteré de que en Estados Unidos hay una moda entre los jóvenes que hoy utilizan unas pulseras de goma de colores (como las que se usaban en los años 80) para hacerle saber a los chicos, en una fiesta  por ejemplo, cuál es el tipo de práctica sexual que prefieren.

Les llaman \”sex bracelets\”: azul (oral), blanco (beso francés), verde (cunnilingus), rojo (sin preservativo), fluorescente (sexo con juguetes), negra (sexo completo) y morado (anal). Así que si ven a una mujer con decenas de pulseritas de gel multicolores, no es que se haya quedado atrapada en los 80, sino que vaya por Dios, le gusta de todo. Y yo pensaré en comprarme muchas moradas.

El caso es que siempre he pensado que las mujeres que han tenido malas experiencias con el sexo griego, es más bien porque lo han tenido con hombres poco conocedores y poseedores de poco tacto, que sumado al nerviosismo femenino y a la poca excitación, pueden hacer del sexo anal una experiencia verdaderamente terrorífica.

Ahí es donde entran todas las recomendaciones posibles. Porque sí, el sexo anal es placentero, provoca orgasmos todavía más intensos que los vaginales y además si se practica con seguridad y limpieza puede llegar a ser el favorito. Sólo que en el sexo anal, como en todo, hay que comenzar a caminar, antes de correr para que después no haya quien te aguante el paso porque, contrario a lo que pudiera pensarse, la experiencia anal no es tan dolorosa, si se practica correctamente.

Puedo decir también que si alguien ha tenido una mala experiencia alguna vez con el sexo griego, no quiere decir que siempre vaya a ser así. Tal vez influyeron muchas cosas: el momento, la excitación, el tiempo, el deseo o la falta de confianza. Por eso, insto a las mujeres del mundo a que no repriman ese deseo y prueben nuevamente o lo prueben por primera vez. A ellos les encantará, pero créanme, a ustedes mujeres más. Se trata de gozarlo y no de sufrirlo. Claro está, no es una práctica casual y hay que conocer perfectamente ala pareja para llevarla a cabo y lograr placer sin límites.

Recomendaciones para tener en cuenta:

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La estimulación es básica también. Una mujer nerviosa, poco excitada, en una situación de estrés, cerrará su esfínter al grado de que ni el aire pueda acceder a sus más oscuros secretos. Por eso hay hombres que son amantes de practicar el \”rimming\”, \”anilingus\” o estimulación oral-anal (para llevar a cabo esta práctica hay que tener suma limpieza previa y usar una barrera de látex).

También, la ayuda de los dedos en esta práctica será fundamental. Para ello puedes utilizar un dedal de látex y con suficiente lubricante en él comenzar a tocar la zona para que el esfínter muscular no ofrezca resistencia y se relaje.

Como es una zona con muchas terminales nerviosas el mínimo contacto dará sensaciones diferentes a la mujer, pero a diferencia de la vagina, esta zona no se lubrica por sí misma, por eso hay que utilizar suficiente lubricante (en las sex shops venden muchos que son especial para el sexo griego: más espesos y de mayor duración).

La penetración deberá ser lenta al inicio, después de una suficiente estimulación anal y también vaginal y en un momento de alta excitación. Ella estará lista para eso, sin embargo, no esperamos que nos preguntes: Querida, te molestaría si… No, hay que comenzar a tocar y de acuerdo con las reacciones de ella, entonces sabrás si puede quererlo o no.

Suave y lento al inicio es la clave. Es en esta parte donde viene el primer dolor para ella, sin embargo, cuando el esfínter se dilata, al cabo de unos segundos, el dolor desaparece para dar lugar al placer y a las nuevas sensaciones.

Si es muy doloroso para ella, entonces habrá que retirarse, lubricar o erotizar más. Si comienza a ser placentero (siempre estará acompañado de una pequeña dosis de dolor) entonces tal vez podrías comenzar a incrementar el ritmo y la rapidez. Y entonces pueden innovar con cuantas posiciones sexuales les apetezca. Una vez que se ha dilatado, todo será más fácil y menos doloroso. Incluso el sexo anal salvaje puede llegar a ser realmente excitante para una chica a quien de inicio le parecía doloroso. Pero esta pauta la dará ella. Es correcto que por ahí él pregunte si ella está bien, preguntándole de manera sexy y erótica, si lo que hace le gusta.

Otro punto importante es que nunca debe penetrarse la vagina luego del ano, debido a que puede haber riesgo de contaminar la vagina con flora bacteriana proveniente del recto. En este caso es mejor cambiar el preservativo o lavar el pene.

Como en todo, también puede haber pequeños accidentes en esta práctica, y son muy comunes. Que ninguno de los dos se avergüence. Ya que esto está hecho para dejar salir y no para dejar entrar, por eso es natural, pero para evitarlo en la medida de lo posible lo mejor es hacerse un enema anal unas dos horas antes o lavar el área con agua caliente y un poco de jabón no irritante antes de iniciar el coito, esto porque además el agua tibia puede ayudar a que la zona se relaje.

Sin embargo, con buena limpieza, seguridad y precaución el sexo anal puede ser una de las mejores experiencias para ella y una fantasía realmente húmeda y cumplida para él.

Para mí es como una analogía con los actores de teatro o los músicos: tienes nervios y un poco de temor antes de salir a escena así lo hayas hecho cien veces, y siempre será doloroso al inicio, pero una vez que estás sobre las tablas lo disfrutas con enorme placer, no quieres salirte nunca de allí y quieres repetir una y otra y otra vez.

Este viernes no te pierdas la segunda parte de mi post: Juguetes sexuales anales, las mejores posiciones para el sexo griego y cuidados de limpieza.

Y a ustedes chicas: ¿les gusta el sexo anal? ¿Les crea conflicto? ¿Qué recomendaciones harían a los hombres para el juego previo? Y chicos: ¿Qué consejos le darían a otros hombres para practicarlo mejor?

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