El talento artístico y el trabajo duro se conjugan en la vida de un joven limpiador de vidrios de la capital.

No es una historia más de la descomposición familiar, falta de afecto e independencia a temprana edad, sino el caso de una persona que no se resigna a la vida que lleva en las calles.

Rafael Oswaldo de León tiene 19 años de edad. Es conocido como “Lapicero”, pero por su pasión por el canto y el deseo de explotar sus habilidades en la música, lo llaman también “El compositor”.

De León no sólo compone canciones; es “arreglista” y “vocalista”. Entre sus temas ya registrados se encuentran: “Un beso”, “Yo soy fuerte”, “Liquidao con el Rap” y “Cotorra callejera”.

El motor que lo impulsa es el interés que tiene por hacer algo más que limpiar los cristales de los vehículos por unas monedas.

El joven sostiene que eso es lo que lo guía y mantiene vivas sus esperanzas de explotar las habilidades musicales que posee.

“Desde que vivía en el campo me la pasada cantando, aunque el destino no me ha dado la oportunidad de realizarme como artista.

Tengo la esperanza de que un día tendré la oportunidad de ensamblar lo que sé que puedo hacer bien”, cuenta.

De León sostiene que se inspira en la realidad que lo rodea para escribir sus canciones y que él mismo las arregla imaginándose los tonos a nivel de instrumentos musicales que podrían convertir la canción en un éxito, además de que hace un pequeño repertorio como vocalista frente a sus amigos.

Su condición de joven dependiente de su trabajo para poder subsistir no le ha impedido que cada día consolide el arte de escribir. Una muestra son sus 34 canciones escritas, 12 de ellas registradas.

Su historial
La carga laboral la inició a los 15 años cuando decidió dejar a su padre en San Francisco de Macorís y lanzarse a las calles a “buscarse el peso”, ya que su relación con su progenitor no era promisoria y su madre había fallecido.

Por un tiempo vendía lapiceros u otros objetos, hasta hace cinco meses, cuando las complicaciones económicas lo llevan a zigzaguear entre vehículos para limpiar cristales.

Su manejo del lenguaje, facilidad de expresión y excelente dicción impresionan en un joven que sólo ha cursado hasta el séptimo grado del nivel básico, pero refleja un don innato que pone de manifiesto en cada frase que articula.

De León relató que antes de este oficio, por medio de un ministerio pentecostal también vendía “stikers” con mensajes bíblicos, aunque no recibía ningún beneficio económico, ya que le entregaba todo el dinero a un hermano de la iglesia a quien sólo identifica como El Barón y éste le remuneraba su trabajo comprándole ropas, zapatos y otros objetos personales, por lo que solo tenía que preocuparse por la comida.

Cuenta que decidió salir del negocio porque una persona le propuso algo que estaba en contra de su ética.

Consistía en vender los “stikers” y partir los beneficios con un 50 por ciento para cada uno, lo que no dudó en catalogar como un acto ilegal del cual no quería ser parte.

“A veces me siento que no pertenezco a este mundo, pero Dios lo quiso así”, precisó con nostalgia De León, quien además se preocupa por aclarar que no es igual que la mayoría de sus compañeros de oficio.

“Soy serio, no temo”, respondía a quienes se acercaban a él en el momento de la entrevista criticándolo por ofrecer detalles del oficio a la prensa. El joven siempre lució sonriente. Explicó que trabaja horario corrido y en un día bueno hace 800 pesos, regularmente los jueves, viernes y sábados, aunque hay otros en que sólo logra 300 pesos.

“Un shampoo vale dos pesos y el agua es gratis” es el lema del joven limpiador de vidrios, frase que lo hace diferente, ya que no obliga a nadie a darle dinero, ni lanza las esponjas en el cristal de repente.

“A veces limpio hasta 10 carros y no me dan ni un peso, pero mi sentido de positivismo me da fuerza para seguir en la lucha y no detenerme”, expresó el joven.

Actualmente, De León vive solo en un pequeño cuarto de la calle Nicolás de Ovando, donde paga de alquiler 800 pesos mensual.

Una mañana observando el ritmo de trabajo de este joven es suficiente para que salgan a relucir buenos valores, especialmente su respeto hacia los conductores y el entusiasmo a su tarea.

SICÓLOGA CREE JOVEN SE DESAHOGA CON MÚSICA
La sicóloga Roxana González explicó que la situación del joven Rafael Oswaldo de León es una doble pérdida, su madre fallecida y un padre agresor, lo que produce regularmente baja autoestima.

La especialista cuenta que en el caso de Rafael se produjo algo contrario, una capacidad de vivir una situación dolorosa y sobreponerse positivamente.

Sostuvo que la música es una forma de desahogo que utiliza el joven, sirviendo esto de terapia ante su duelo emocional, por lo que aplaudió el deseo de lucha del adolescente y valoró como una historia emprendedora.

Precisó que no está de acuerdo con el oficio de limpiar vidrios, ya que estos niños sufren muchas frustraciones.

González abogó para que algunas organizaciones ayuden a los jóvenes limpiadores de vidrios a producir de otra manera, ya que es un oficio que los denigra, porque no son respetados y pasan por muchas frustraciones.

“Es necesario darles las herramientas para que puedan trabajar en otras tareas o ayudarlos a explotar sus cualidades”, agregó.

Este artículo cortesía de El Listin Diario URL: http://www.listin.com.do/la-republica/2010/8/4/153335/Un-limpiador-de-vidrios-que-canta-y-compone-canciones