¡Los Cuernos! . . .
En muchos casos los cuernos son como los dientes: duelen cuando salen, pero después ayudan para comer . . .
Los cuernos no vienen solos,
responden a muchas causas,
por eso nunca aparecen
de la noche a la mañana.
Las razones pueden ser
complejas y muy variadas,
desamor, celos, hastío
y cuando no, por venganza.
Es un proceso algo lento,
lleva un tiempo portar aspas
y al no pesar y no verse
resulta fácil llevarlas.
Por eso es de ver a algunos
como si nada pasara:
últimos en enterarse
de lo que ocurre a su espalda.
Blanco de los comentarios
de gente de mala entraña:
¡Miralo a ese pobre aspudo! . .
¿Sabrá que al cuarto lo pasan?
Y en esa maledicencia,
propia de los lengua larga,
se mofan del pobre tipo . . .
que es feliz en su ignorancia.
Hay mujeres que se sienten
por su marido, olvidadas;
asados, el bar, las bochas
y así toda la semana.
Y se miran al espejo,
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y aún se ven agraciadas,
y se arreglan cada noche
pero ni así, pasa nada.
Y entra a tallar el hartazgo
pues si bien no son novatas,
notan que aún, en la calle
se vuelven para mirarlas.
Allí empiezan a cuestionar
y tildar de cosa arcaica,
la sagrada “fidelidad”
que ya comenzó a hacer agua.
Lo mismo le ocurre al hombre
cuando su mujer se afana
y tanto por la limpieza,
que a la noche está cansada.
O que después de algún tiempo
se vuelva tan mojigata
que para hacer el amor . . .
¡ya ni el camisón se saca!
Estas son sólo unas pocas
pero para ejemplo, bastan,
dejo afuera otras razones
porque huelgan las palabras.
Por eso, es que en la ocasión
que dicen “la pintan calva”,
no hay un cuerpo que resista
y menos. . . ¡para la “trampa!”.
Y es así como les digo:
cuernos no salen por nada,
motivos son los que sobran . . .
¡Si lo sabrá el “pata ‘e lana”!